“Mi nuevo amigo Miguel” se describe desde el ámbito reflexivo de la construcción de identidades masculinas, junto con la idea de desubicación, de pérdida o ausencia de conciencia. El revulsivo es la implicación hacia el espectador a encontrar a través de sus planteamientos artísticos, construcciones de roles y otras alternancias formativas de la identidad del hombre.

  Según destaca su autor, “mis proyectos reflexionan a través del collage, la acuarela, la creación de escenografías y la manipulación del ‘objet trouvé’ sobre la construcción de la identidad y la masculinidad, que para mí son elaboraciones psicosociales enmarcadas en un contexto histórico y social concreto”. 

  Manuel A. Domínguez no concibe la masculinidad como la contraposición de lo femenino y sí como un “modelo” del cual le gusta reírse por lo parcelado de sus movimientos y sus amenazas. “Cuando el universo real de la sexualidad ocupa la zona de lo innombrable y la masculinidad insegura se siente amenazada, ésta responde con estereotipos que se alejen de toda sospecha y cuestionamiento”, sentencia para añadir que “mi trabajo es revelar esas estrategias y darles la vuelta”.